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miércoles, 20 de junio de 2012

LA LEYENDA DEL NOVIO SIN CABEZA (I)

BASADO EN HECHOS REALES*…
                Debería beber menos fue lo primero que pensé. Cuando recibí la llamada me quedé consternado. -Gelo, ¿Qué le has hecho?- Me  interpeló una angustiada voz desde el aeropuerto de Parayas. Así conocí una historia con tintes de thriller. Era el principal sospechoso de haber decapitado al novio.
                Tras explicarme con vehemencia y confirmar mi coartada mi contacto telefónico me contó lo sucedido. Un día después de la boda, el cuerpo del novio había aparecido en el salón del banquete sin cabeza. Por fortuna la novia seguía intacta, aún abrazada a su brazo. Un amigo común me contó que en sus ojos sin vida de muñeca de cera podía leerse la palabra venganza. La voz del teléfono me dijo que no pudo dejarlos allí, y que escondería sus cuerpos en su casa hasta la vuelta de su viaje por Italia.  
                Y así es cómo el novio (actualmente marido y voz angustiada del teléfono) me informó que me había dejado “los novios de la tarta” que me entregaron en el restaurante y que la figura del contrayente masculino había sido decapitado. Debería beber menos pensé de nuevo. Olvido los regalos de los amigos y una persona cuyo rostro desconozco los profana.
                Pero la historia no me cuadraba, así que activé mi mente detectivesca y comencé una investigación para hallar al culpable y limpiar de oprobio la decapitación del novio de cera.
                No sé dónde me llevarán mis pasos, pero no descansaré hasta encontrar al “verdugo”.
                PISTA Nº1: DÓNDE DEJÉ A LOS NOVIOS POR ÚLTIMA VEZ
                El estado de euforia/alegría propio del banquete de bodas (puedo asegurar que comimos muy, muy bien) hizo crecer en mí la necesidad de soltar lastre. Ya con la merluza (me refiero al plato de pescado), me desprendí de la corbata y mi hermana que portaba un gran bolso para acarrear diversas pertrechos se ofreció a guardármela.
                En los postres, cuando mi necesidad de soltar lastre era mayor y los novios me son entregados, éstos siguen el mismo camino que la corbata. Es decir, el solícito y socorrido bolso de mi hermana. Por lo tanto, la última vez que vi al novio tenía cabeza y lo tenía mi hermana.
                Una llamada telefónica confirmó la presencia de las figuras aún dentro del bolso en su piso (en el cual no reside habitualmente) y un testimonio intrigante: Ambos cónyuges están en perfecto estado.
 

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