He de decir que aborrezco
el mundo de la moda. Odio que unas personas digan a otras como vestir y actuar,
y más aún que un criterio o color deba estar por encima de otro. Además los
fulanos que dirigen el cotarro son cuanto menos turbadores…
Laggerfeld??? |
Victorio y Lucchino (no están en la Fábrica de Chocolate) |
Pero por encima de todo
odio la el mundo de la moda por el patrón de belleza que quiere implantar. No
sé si debido a la excusa de la importancia de la prenda o a la alta proporción
de diseñadores gays buscan una modelo de mujer sin curvas ni rasgos femeninos.
Y eso a mí, y me consta
que no estoy solo, me solivianta. Nos quieren vender un modelo andrógino
asociado a un modelo morfológico anglosajón, cuando a todos se nos van los ojos
con un modelo morfológico “carnaval de Río de Janeiro”.
Por eso odio el mundo
de la moda, porque como herederos de la moral victoriana o de la Iglesia más
recalcitrante, se ha empeñado en negar “la carne” como volviendo al rollo aquel
del pecado original.
Y cada sí y cada no nos
han querido vender una serie inacabable de “guapas” como las mujeres más bellas
del mundo. Sirvan como ejemplo la tísica politoxicómana Kate Moss, Anne Hathaway
(la catwoman menos sexy de la historia) o la inconcebible pirata Keira
Knightley.
Cada una de ellas ha
debido ser maquillada, digitalizada y remasterizada para esconder que en
realidad no tienen chicha ni limoná.
Por eso la siguiente
noticia me ha encantado. Se ha encontrado una modelo anglosajona suficientemente potente. Pero no lo han
hecho los gurús de la moda y el estilismo (que sospecho no entienden de
mujeres) sino un estudio universitario que asegura que tiene proporciones cuasi
divinas. Desde luego, Kelly Brooks no es la negación de la carne.
Kelly Brooks con su discreto novio |
Pero cuando más
contento estaba, mi gloria se vino abajo al saber que al menos uno de los
estudio estaba patrocinado por un prestigioso cirujano plástico. Vamos, que si
unos quieren vender la negación de la carne a través de la delgadez extrema
otros quieren vender la tentación de las curvas a través de la silicona… Qué castigo divino, diferentes
cabezas de un mismo monstruo…
Al final, sólo me queda
agarrarme a los verdaderos pensadores independientes, aunque sean tan rematadamente
sobrados como Arturo Pérez-Reverte.
En su twitter
encontraréis más lindezas.
Volveré para
quedarme
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